Cada año, después de la vendimia, el suelo en el que se asienta el viñedo debe recuperar su equilibrio y por ello Marco lleva a cabo los análisis pertinentes para aportar nutrientes de una forma natural.
En esta ocasión se ha optado por sembrar cebada de seis carreras, que además es apta para la elaboración de piensos, por lo que está libre de tratamientos de todo tipo. La cebada tiene múltiples ventajas, máxime en un año tan seco como 2019: evita erosiones por lavado, reduce la evaporación de agua, ayuda a controlar la publicación de hierbas no deseadas, mejora la estructura de suelo aportando materia orgánica, ácidos húmicos y fúlvicos, además de aumentar la vida microbiana tanto en cantidad como calidad.
Como abono verde, la cebada de seis carreras aporta un gran volumen de biomasa, a la vez que favorece el balance de carbono y aporta nutrientes (nitrógeno, fósforo y potasio).
Fiel a la inquietud investigadora de Menade, se están haciendo pruebas en la parcela más cercana a la bodega -porque presenta una gran diversidad de suelos- con otra serie de cultivos para lograr una cubierta vegetal permanente de entre cuatro y seis meses.
La idea de mantener una cubierta vegetal continua se fundamenta en la necesidad de mantener un suelo más vivo todo el año, fijar nitrógeno y facilitar el mantenimiento de los recursos hídricos, a la vez que se disminuye la humedad de la planta. Los primeros ensayos se están llevando a cabo con raygrass (una especia de césped), trébol blanco y mostaza. Con este último cultivo se están haciendo pruebas para desinfectar y limpiar el suelo, ya que actúa como ovicida.
Todos estos tratamientos responden a las prácticas llevadas a cabo por Marco y el equipo de campo de Menade, en función de la climatología anual.