Durante la primavera el trabajo en el viñedo no cesa. La naturaleza manda y en el campo el desarrollo de las cepas no atiende a pandemias y estados de crisis. Marco y el equipo de campo intensifican durante la primavera las labores en el viñedo.
Se está realizando la segunda pasa de tratamiento con ozono, una novedosa técnica que ya comenzamos a emplear hace dos años. Asimismo, para limpiar el suelo, se está pasando el intercepas (cultivador) y también se plantó mostaza, una forma natural de controlar la aparición de hongos y desinfectar el terreno. También se está aprovechando para terminar de bajar los alambres que sujetarán después los pámpanos.
Desde vendimia, ha caído casi 200 litros de agua por metro cuadrado, en los últimos días de la primera sorprendentemente en forma de nieve, por lo que la planta tiene reservas de agua suficientes para arrancar el ciclo vegetativo con normalidad.
La añada 2020, según Marco, está siendo “un poco rara” hasta el momento, debido al calor registrado durante todo el mes de febrero y principios de marzo, el crecimiento viene algo adelantado. “Debemos tener cuidado con las heladas tardías y el granizo que habitualmente aparecen en el de mayo. Si seguimos así, puede que tengamos problemas”, explica.
Las buenas temperaturas han traído consigo que la población de insectos se haya multiplicado exponencialmente en las últimas semanas, algo muy positivo porque ayudan a controlar las posibles plagas. También han adelantado su aparición las flores de árboles y plantas.